En la actualidad las sociedades humanas, sobre todo las occidentales, cada vez están más fragmentadas debido a la influencia de las corrientes de pensamiento predominantes.
Utilitarismo
La idea central del utilitarismo parte de una visión subjetiva de que sólo el individuo puede conocer su interés y la única prueba consistente de la utilidad de una acción es el placer que genera, lo que es bueno para el individuo.
La teoría utilitaria parte del principio de que una acción sólo es correcta si es conforme al principio de utilidad. Este principio es expuesto por Bentham de la siguiente manera:
El principio de utilidad … aprueba o desaprueba cada una de las acciones según la tendencia que parece tener de aumentar o disminuir la felicidad de la parte cuyo interés está en cuestión; o lo que es lo mismo, para promover u oponerse a esa felicidad (An Introduction to the Principles of Morals and Legislation, Kitchener (Ontario), Batoche Books, 2000, p. 14).
Por utilidad entiende Bentham «la propiedad de cualquier objeto por medio del cual tiende a producir beneficio, ventaja, placer, bien o felicidad»
La idea central de la tesis utilitarista es que la virtud de la acción depende de sus consecuencias y su norma de valor es el placer y la ausencia de dolor.
Para el utilitarismo el interés general es el formado por la suma de las preferencias individuales. Bentham afirma al respecto:
La comunidad es un cuerpo ficticio compuesto de personas individuales que son consideradas sus miembros constitutivos. El interés de la comunidad, entonces, ¿qué es?: la suma de los intereses de los distintos miembros que la componen (Bentham, p. 15).
John Stuart Mill modificó esta filosofía y la desarrolló separada del fundamento hedonista de Bentham. Mill usó el mismo cálculo utilitario, pero se centró en…
maximizar la felicidad general calculando el mayor bien para el mayor número.
Es decir, que una acción es útil en la medida en que produce el mayor bien del mayor número a largo plazo.
Mientras Bentham calculó la utilidad en un sentido cuantitativo, Mill lo usó en un sentido cualitativo.
Contractualismo
Esta propuesta adopta la perspectiva de que el interés general es la expresión de la voluntad general, por la cual los individuos acuerdan, mediante un pacto social, que se obligan a someterse a unas reglas de convivencia bajo ciertas normas comunes.
De acuerdo con Juan Jacobo Rousseau (El contrato social, Madrid, Aguilar, 1969, p. 17), este pacto social es «la enajenación total de cada asociado con todos sus derechos a toda la comunidad» que se constituye así en cuerpo político, un ser colectivo cuyo aglutinante es la voluntad general.
La voluntad general es la única que puede dirigir las fuerzas del estado según el fin de su institución que es el bien común (Ibíd. p. 27).
Esta concepción del pacto es una llamada a la capacidad de los individuos a trascender sus intereses para ejercer la suprema libertad de formar juntos una sociedad política.
Rousseau establece una clara diferencia entre la voluntad general y la voluntad de todos:
Hay con frecuencia gran diferencia entre la voluntad de todos y la voluntad general; ésta se refiere sólo al interés común, la otra al interés privado, y no es más que una suma de voluntades particulares (Ibíd. pp. 30-31).
Neocontractualismo
El neocontractualismo propuesto por Rawls en su Teoría de la Justicia (1971), plantea el problema de cómo hacer una sociedad democrática más justa en la que todos acepten la misma concepción política de la justicia. La propuesta de Rawls es que los principios más razonables de la justicia son los que resultan de un acuerdo mutuo entre personas sujetas a condiciones equitativas. La posición original es la que conduce a los principios éticos que determinan cuál debe ser la distribución más apropiada de los beneficios que se obtienen de la cooperación social, y los que permiten establecer principios de justicia.
Rawls señala que las sociedades democráticas se encuentran en las actuales condiciones históricas en circunstancias objetivas de escasez moderada (por cierto, no tan moderada en muchos países y sectores de la población mundial), y es necesaria la cooperación social para que todos podamos tener un nivel de vida decente.
Para hacer una justa distribución de los beneficios de la cooperación social es necesario llegar a un acuerdo adoptado por personas libres y racionales, situadas en una posición imparcial. El hecho de que los ciudadanos sean libres e iguales, y con un sentido de justicia, los capacita para participar en una cooperación social mutuamente beneficiosa (Ibíd. p. 44)
Al contrario del utilitarismo, el interés general del contractualismo no resulta de la suma de los intereses individuales, ni de un promedio, sino como un concepto unitario que trasciende los intereses particulares.
Si en el caso del utilitarismo tenemos agregación y mayoría, en el contractualismo de Rawls tenemos distribución y unanimidad, esto es, acuerdo y distribución en favor de los menos favorecidos.
Teoría del Sistema Tianxia, “lo que está bajo el cielo”
Zhao Tingyang construye una teoría a partir del concepto de Tianxia –“lo que está bajo el cielo”– y se remonta al sistema creado durante la dinastía Zhou (1046-256 a.C.) para sostener que se trata de un sistema ideal, basado en tres ideas subyacentes: “en primer lugar, las soluciones a los problemas de la política mundial dependen de un sistema mundial universalmente aceptado y no de la fuerza coercitiva; en segundo lugar, dicho sistema está justificado en términos políticos si sus acuerdos institucionales benefician a todos los pueblos de todas las naciones; y, en tercer lugar, dicho sistema funciona si genera armonía entre todas las naciones y todas las civilizaciones…”.
Zhao afirma que el mundo actual es un “no mundo”, y que más bien es un escenario geográfico en el que cada Estado busca realizar sus propios intereses, ignorando la encarnación de un sujeto colectivo; y plantea el reto de convertir dicho “no mundo” en un verdadero mundo a partir de la toma de conciencia del vínculo familiar universal.
Por su parte Qin Yaqin (Teoría de la Relacionalidad en el Interactivo), al intentar desarrollar un enfoque que combine las teorías internacionales occidentales con el pensamiento cultural chino, parte de la tesis de que las teorías sociales occidentales se basan en la racionalidad, mientras que el pensamiento tradicional chino se basa en la idea de la relacionalidad, que Confucio consideró la conceptualización fundamental de la gobernanza.
A partir de ese concepto, desarrolla una Teoría de la Relacionalidad con tres componentes fundamentales: el proceso en términos de relaciones, la metarrelación y la gobernanza relacional.
- Proceso en término de relaciones, o concepto de relacionalidad: establecimiento de redes de relaciones en la Sociedad Internacional con la idea de que “todo lo que está bajo el cielo es uno”, de que toda la humanidad y no solo unos cuantos deben recibir los beneficios del esfuerzo humano global y de los recursos que ofrece la casa común: la tierra. Esta es la médula del concepto de “tianxia”. Dicho paradigma implica un cambio radical, un nuevo planteamiento en las relaciones internacionales, y un cambio de perspectiva. (Es el mismo concepto de los pueblos originarios de América precolombina).
- Metarrelación o naturaleza de las relaciones y la lógica a ella subyacente: frente a la hegeliana tesis-antítesis-síntesis y el pensamiento dicotómico de que una cosa no puede ser eso y lo contrario; la de que el yin coexiste con el yang en un todo armónico y al tiempo lo genera, de que más que una tesis y una antítesis enfrentadas pueden existir y existen tesis simultáneas. La dialéctica china conocida como Zhongyong (la “vía intermedia” o “vía mutuamente inclusiva”), establece la hipótesis de que las relaciones entre los dos polos (yin y yang) no son conflictivas, sino que pueden evolucionar juntas para formar una síntesis armoniosa, una nueva forma de vida que contiene elementos de los dos polos, y que no se puede reducir a ninguno de los dos. Tiende por ello a canalizar las relaciones por la vía de la cooperación.
- Gobernanza relacional caracterizada por el énfasis en la negociación frente al control; la consideración de la gobernanza como un proceso de acuerdos de mutuo beneficio, destacando su naturaleza dinámica; el énfasis en las relaciones y no en los actores, como objeto de gobierno; y su fundamentación en la confianza mutua en base al cumplimiento irrestricto de los Principios Universales de integridad, responsabilidad, cumplimiento de palabra, etc.
Corolario
Las ideas evolucionan, al igual que los individuos y las sociedades humanas. Algunas de las ideas de mayor relevancia para generar cambios, a menudo son consideradas como “utopías” inalcanzables o poco realistas, por lo que se rechazan sin siquiera darles el beneficio de la duda ni ponerlas a prueba. Sin embargo, tanto Cervantes como Eduardo Galeano nos aclaran cuál es el propósito de una utopía:
“Cambiar al mundo, amigo Sancho, que no es locura ni utopía, sino justicia social”.
“La utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. ¿Entonces para qué sirve la utopía? Para eso, sirve para caminar, para avanzar”.
Tácitamente asumimos que la sociedad es una unidad y que compartimos unos valores éticos comunes. La verdad es que entre las ideas y la realidad debe existir un puente integrador que haga posible que las ideas más elevadas germinen en la sociedad y la orienten en una nueva dirección, más igualitaria, equitativa y amorosa.
Es lo que pretende Reconexión Esencial, una Fundación sin fines de lucro que busca difundir y aplicar en la sociedad un conjunto de conocimientos y procesos para despertar en el ser humano la conciencia de que somos un solo ser, y que lo que nos divide son sólo ideas ilusorias que pueden revertirse.
En la sociedad moderna occidental ha prevalecido el utilitarismo hedonista de Bentham, calificando como útil lo que produce más placer o menos dolor. Es tiempo de que demos un giro radical orientándonos más en la dirección propuesta por John Stuart Mill de buscar el mayor bien del mayor número de seres sintientes (no sólo de los humanos), a largo plazo. Esto va más de acuerdo con nuestra verdadera naturaleza espiritual.
Es necesario un contrato social en el que el interés general sea la expresión de la voluntad general, pero guiada por la sabiduría del ser superior, y no por los caprichos de la mente egoísta.
En nuestra sociedad hay “hambre y sed de justicia”, y estamos de acuerdo con Rawls en que los principios más razonables de la justicia son los que resultan de un acuerdo mutuo entre personas sujetas a condiciones equitativas. Uno de los fines de Reconexión Esencial es capacitar a los seres para participar en una cooperación social mutuamente beneficiosa. Buscamos también acuerdo y distribución del conocimiento en favor de los menos favorecidos.
Comulgamos con las ideas centrales del Sistema Tianxia, porque tenemos la convicción y la experiencia de que todo lo que está bajo el cielo es uno.
Zhao afirma que el mundo actual es un “no mundo”, porque estamos haciendo de él un lugar cada vez menos habitable por nuestra inconsciencia e irresponsabilidad, porque con nuestro ego no hemos logrado encarnar al ser colectivo y uno que somos. Como él estamos dispuestos a asumir el reto de convertir dicho “no mundo” en un verdadero mundo a partir de la toma de conciencia del vínculo familiar universal.
Como Qin Yaqin estamos creando redes de relaciones en la comunidad internacional, con la idea de que “todo lo que está bajo el cielo es uno”, de que toda la humanidad y no sólo unos cuantos deben recibir los beneficios del esfuerzo humano global y de los recursos que ofrece la casa común: la tierra, y compartir los conocimientos y procesos que pueden generar una verdadera transformación individual y colectiva.
Reconexión Esencial promueve metarrelaciones que guíen hacia la “vía intermedia” o “vía mutuamente inclusiva”, consciente de que las relaciones entre los polos yin y yang pueden evolucionar juntas para formar una síntesis armoniosa, una nueva forma de vida que contiene elementos de ambos polos. De hecho, estamos convencidos de que es preciso generar una síntesis equilibrada entre ambos polos dentro de nosotros mismos, para lograr relaciones armoniosas tanto internas como externas. Tendemos a canalizar las relaciones por la vía de la cooperación.
Finalmente, el concepto de “gobernanza relacional” lo aplicamos a nivel individual y colectivo. Individualmente sólo podemos gobernarnos a nosotros mismos siendo íntegros, honestos, responsables, cumpliendo nuestra palabra, etc. Y colectivamente, promovemos relaciones que generen acuerdos de mutuo beneficio; los acuerdos solamente se pueden generar cuando hay confianza mutua, y para ello es “conditio sine que non”, estar comprometidos con el cumplimiento de los Principios Universales.
Como dijo John Lennon, “ser honesto puede que no te dé muchos amigos, pero te dará los amigos adecuados.”
Juan Ramón González
Doctor en estudios en desarrollo humano y Director de contenido de Reconección Esencial